viernes, 3 de agosto de 2012

Apagar un ordenador

Apagué el ordenador. Sólo entonces me di cuenta del ruido constante al que había estado sometido.

Fui capaz de percibir los neumáticos de un coche rozando el asfalto en una lejanía indeterminada. Un vecino acababa de salir de su casa; creo que el del tercero derecha. Mi padre se levantó de su sillón porque había llegado la hora exacta a la que merendaba todos los días. Caminó por el pasillo y entró en la cocina, con pasos contados, como siempre hacía. Era un hombre extremadamente sistemático, y eso me solía sacar de quicio. Sin embargo, aquel día no me molestó.

¿No es curioso que me incomoden mucho menos sus paseos de muerto que los que se daba antes de morir?

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