sábado, 2 de abril de 2011

El reyezuelo de la Creación

Aún hay gente que cree que el hombre es el rey de la Creación. No he venido a decir ahora que estén equivocados, ni siquiera a discutir si alguien ha creado algo alguna vez; pero sí que me gustaría indicar que, si realmente el ser humano es lo mejor que se ha podido fabricar en un laboratorio divino, la calidad del resto del Universo y de su arquitecto dejan mucho que desear.

El hombre es un ser que falla como una escopeta de ferias, tanto en lo físico como en lo emocional —que, al fin y al cabo, no deja de ser otra manifestación de lo físico—. Está compuesto de piezas repugnantes, y generalmente malolientes, que tienden a estropearse desde antes de salir de fábrica. Además, como cualquier otra chapuza orgánica, posee mucha más capacidad sensitiva de la que puede manejar su inteligencia, con lo cual le cuesta comprender lo que le rodea y se suele comportar como un cretino en casi todas las facetas de su vida.

Es cierto que de vez en cuando algunos individuos nos han hecho disfrutar de momentos de pura genialidad, pero eso no hace mejor a su especie. Mientras las cosas sigan así, no podremos hablar de reyes cuando pensemos en nuestro querido ácido desoxirribonucleico. El hombre es, como mucho, el Curro Romero de la Creación.

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