Hace un par de semanas tuve el privilegio, dentro del honor que ya supone verme embarcado en este proyecto, de entrevistarme en persona por primera vez con la doctora Rebeca Swansbrot. Si las conversaciones que hasta ese momento habíamos mantenido por vía telefónica ya me sumían en un estado dolorosamente reflexivo que hacía casi imposible mi trabajo, ser testigo de cómo unas palabras tan instructivas podían salir con semejante fluidez, cadencia y sencillez de una boca tan humana como la mía me hipnotizó. Cuando Rebeca habla, habla una sibila relajada.
"El arte no tiene absolutamente nada que ver con el esfuerzo", me dijo. "Pensemos en Miguel Ángel, por poner un ejemplo conocido. Todos, o eso me gustaría pensar (ríe), hemos oído hablar del esfuerzo inhumano que le supuso concluir sus frescos de la Capilla Sixtina. La prueba de que su esfuerzo fue inhumano está en el hecho de que le acabó costando vida, es decir: que su esfuerzo destruyó a un ser humano. (Ríe de nuevo mientras enciende uno de sus cigarrillos de marca desconocida hasta ese momento para mí.)A mí me gusta decir en mis clases que se comportó como una abeja, que muere cuando da lo mejor de sí misma: todo el veneno que lleva acumulando durante su existencia. Pero, bueno, puede que incluso le hayamos visto, en alguna película o en algún documental televisivo, encaramado a un precario andamio para pasarse pintando horas y horas seguidas sin prácticamente comer ni beber. Sigue siendo un misterio para mí cómo se las apañaba para excretar. ¿Tiene mérito ese sacrificio tan extraordinario? ¡Desde luego que lo tiene! Pero mucho más mérito hay que concederle al hecho de que esas imágenes surgieran en su cabeza. A Miguel Ángel tenemos que agradecerle hasta la muerte que se tomara tantas molestias por sacarlas de allí, pero de ningún modo debemos admirarlo por eso. El esfuerzo no lleva a nada cuando se carece de genio, se lo aseguro. El esfuerzo por sí solo es incapaz de crear nada y una obra maestra puede ser creada sin apenas esfuerzo. Pienso en nuestra sociedad... En contra de lo que se dice, y precisamente porque se dice, el poder del esfuerzo está terriblemente sobrevalorado. Cuántas veces a lo largo de nuestra vida hemos oído alabar el esfuerzo dedicado por artistas principiantes que acaban obteniendo resultados menos que mediocres..."
...Y, por suerte para mí, siguió hablando durante horas; pero no es cuestión de reventar aquí el volumen que tantísimo esfuerzo me costará componer con los pensamientos que tenga a bien ir regalándome. Ella fuma y bebe su armagnac al sol de una terraza mientras yo sudo la gota gorda tratando de atrapar sus palabras en notas de trabajo. En el fondo, creo que me es lícito pensar que empleó esta primera sesión presencial para ponerme en mi sitio de mero factor.
En fin, quedémonos con su imagen atractiva de mujer que ha vencido al mundo en todas sus manifestaciones mientras contempla mi veneración con descarada condescendencia.