martes, 27 de marzo de 2012

La mascarada eterna

Hoy he comprendido —como tantas otras cosas, demasiado tarde— que no era sólo yo el que trataba de ofrecerle una imagen de mí que encajara con la que me había formado de ella sin más fundamento que ciertos indicios físicos y todo mi abanico de prejuicios, sino que —guiada probablemente por directrices tan poco sólidas como las mías— ella también se esforzaba en presentarme lo más aproximado a la mujer que ella consideraba que yo me había creado en mi interior.

Puede que, entre unas cosas y otras, nuestros encuentros jamás pasaran de ser un ridículo baile de máscaras al que sólo acudían dos personas, quizá incluso ataviadas con un disfraz equivocado para la ocasión. Era inevitable que la fiesta acabara mal: nadie es capaz de abandonarse por completo al placer cuando su ropa le roza o le aprieta. Y lo más terrible es que esta conclusión no traerá absolutamente ningún beneficio: asistiremos a otras mascaradas y sólo la muerte determinará cuál ha sido la última.

sábado, 17 de marzo de 2012

Fragmento de "La esperanza", por André Malraux (1937)

En América del Sur, señor Scali -una bocanada-, por la mañana -otra bocanada- hay en el bosque un gran clamor de monos: y la leyenda dice que Dios les ha prometido en otros tiempos hacerlos hombres al amanecer; esperan cada amanecer, se ven siempre engañados y lloran por todo el bosque.

Hay en el hombre una esperanza terrible y profunda. El que ha sido injustamente condenado, el que ha encontrado en demasía la estupidez, o la ingratitud, o la cobardía, tiene que retirar su apuesta... La revolución desempeña, entre otros papeles, el que desempeñaba en otros tiempos la vida eterna, lo que explica muchos de sus caracteres. Si cada cual se aplicara a sí mismo la tercera parte del esfuerzo que hace hoy por la forma de gobierno, vivir en España sería posible.